Resumen:
A finales del siglo XIX, ciertos movimientos artísticos experimentaron lo que Rosalind Krauss en 1979 describía como la condición negativa.
[...]una especie de falta de sitio o carencia de hogar una pérdida absoluta de lugar,[...]produciendo el monumento como abstracción, el monumento como puro señalizador o base, funcionalmente desplazado y en gran manera autorreferencial. (Krauss, 1979, p.64).
Dieron lugar años después a la expansión de sus propios campos de intervención: movimientos limítrofes planteados desde la realidad múltiple y compleja en la que vivimos, desde una perspectiva fronteriza.
El Límite como parte de un continuum, como espacio en el cual se despliegan las artes fronterizas (Trías).
El límite, como limes (Trías), como sector fronterizo; lugar cambiante, mutable, situado entre la barbarie y la civilización, entre la cultura y la naturaleza. La estética limítrofe (Trías), desemboca en un arte que niega formalismos y conceptualismo del pasado para apostar por una visión ampliada de sus propias categorías.
Dando lugar a nuevas formas fronterizas de proyectar, expuestas a través de la cartografía de las dimensiones limítrofes.
Pasajes de la escultura moderna, 1977,...