Resumen:
En este artículo sostengo que la colaboración y la solidaridad fueron moneda común a lo largo de la frontera hatiana-dominicana desde finales del siglo XVIII. Asimismo, resalto la actitud no del todo negativa de los habitantes de la frontera dominicana hacia el vecino haitiano cada vez que los antiguos esclavos de Haití invadieron el Santo Domingo español.
Con este fin, me centro en tres momentos cruciales en los que se evidenció la situación descrita: el comercio entre los esclavos rebeldes de Saint-Domingue y los habitantes de la línea de demarcación del lado dominicano, durante los primeros años de la revolución esclava (1791-1795); la actitud de los dominicanos de la frontera, que no opusieron demasiada resistencia a Toussaint Louverture en 1801, ni a Jean-Jacques Dessalines en 1805; y por último, la invasión de Santo Domingo por Jean-Pierre Boyer en 1822, que igualmente contó con la colaboración encubierta de buena parte de los habitantes de la frontera dominicana.
De esta forma, demostraré que la mayor proximidad geográfica contribuyó a la comunión de los habitantes de uno y otro lado, que en muchas ocasiones sintieron más cercano a su vecino que al lejano gobierno metropolitano.