Resumen:
Dentro de un espectáculo deportivo, la imagen del deportista es uno de los bienes más preciados y sometido a
diversidad de pactos. Por ello, cuando aparece la figura del menor de edad, es absolutamente necesario una regulación clara y
exhaustiva que evite malas interpretaciones y abusos, donde el joven jugador tenga una significación elevada pero bajo la
protección pública, ante sí mismo, y ante los diversos elementos que le rodean (clubes, Federaciones, padres, agentes,
compañeros y autoridades públicas). Aportar luz a estas relaciones, así como algunas soluciones de lege ferenda es nuestra
intención.