Resumen:
La demanda de cal para la obra de El Escorial, imprescindible en morteros y enfoscados, fue masiva y constante desde el primer momento, como recogen documentos del Archivo de Simancas, y para atenderla el arquitecto Juan Bautista de Toledo diseñó en 1562 cuatro hornos en las proximidades del Monasterio. Como no daban abasto, se comenzó a comprar cal en los pueblos cercanos, documentándose que en 1564, la producían en tierras segovianas los hornos de Ituero, Vegas de Matute, Valdeprados y El Espinar.