Resumen:
El poder del Estado, ejercido por el rey, pero también y en escala descendente, por sus oficiales, se concibe como un poder de naturaleza jurídico-pública. Lo público y lo privado se mezclan; es una realidad institucionalizada en la que mecanismos de carácter estrictamente feudal, lejos de haber sido destruidos por el Estado, fueron sobre todo en el siglo XVII potenciados por éste, entre otras razones por la penuria de su hacienda. La aparición de una monarquía única y en torno a ella de un Estado español no destruyó a los reinos; se era súbdito de un mismo rey, pero se era natural de tal o cual reino y cada uno de éstos conservaba su Constitución política propia, su propio Derecho, sus propias instituciones políticas y financieras, administrativas y judiciales.