Resumen:
Hasta hace pocos años se consideraba que las funciones del músculo esquelético estaban limitadas a producir soporte y movimiento y consumir grandes cantidades energía, lo que ayudaba a la regulación de la temperatura corporal y el metabolismo. En la actualidad sabemos que la contracción del músculo esquelético modula la liberación de sustancias que permiten la adaptación de prácticamente la totalidad de tejidos del organismo a un tipo de acción muscular o ejercicio concreto. Estas sustancias, conocidas como mioquinas, poseen efectos auto-, para-, y endocrinos a través de los cuales impactan sobre la función del propio músculo esquelético, tejido adiposo, hígado, cerebro, corazón y hueso entre otros. Estas mioquinas con efecto endocrino son las principales responsables de que el ejercicio físico promueva la salud a través de un intrincado sistema fisiológico que permite aliviar, retrasar e incluso evitar desórdenes como ciertas cardiopatías, alteraciones osteoarticulares y metabólicas, demencias y desórdenes neuropsiquíatricos y algunos tipos de cáncer.